jueves, 5 de agosto de 2010

Desde mi ventana.

Vivo frente a un pequeño parque al que desde hoy, lamentaré ver solo de noche (salgo de casa a golpe de seis de la mañana (en Lima, el cielo es gris siempre, pero más hasta las nueve o diez de la mañana), y regreso a casa golpeado, como a las ocho de la noche).

Escribo que lamentaré no verlo a la luz del día, porque lo que hoy, en obligatorio tiempo libre, trajo el pequeño parque, a golpe de paisajes, desde mi cada vez más fatigada memoria, fue sencillamente sublime.

El preciadísimo tiempo libre que me puso enfrente el destino, Dios, las lamias, Lucifer o a quien se lo deba (gracias por ello), en el que pude ver mi pequeño parque, gente pasar, hojas balanceándose al filo de los árboles, el cielo gris, el aire de húmeda y fresca tarde, la tímida llovizna…en fin, el olor a libertad, fue gracias a una oportuna y bendita gripe, que me cojió de forma repentina, obligándome (¿?) a quedar en casa (dos veces bendita la persona que me contagió).

Sin mayor misión que la de resguardarme del soso y húmedo frío limeño, asomé por la ventana, bloqueando cualquier resquicio de aire helado que pudiera colarse en mi habitación, captando por el rabillo del ojo, la imagen más común y tierna del mundo, que me hizo enfocar en ella completamente la mirada, deteniéndome extasiado a contemplarla, cual vecina chismosa y celestina, transportándome por arte de birlibirloque a mis dulces dieciséis, tiempo en el que el fin del mundo existía en forma de falta de amor.

El objeto de mi mirada nostálgica y atontada era una pareja de escolares, que sin más preocupación que la de prodigarse, mutuas caricias, besos y sonrisas, paseaban su felicidad despreocupada, por todas las bancas del parque, el que gustoso prestaba su paisaje como perfecta escenografía a ese amor primero que todos llevamos en el recuerdo.

Desaparecieron volteando la esquina, asidos fuertemente de las manos, con su amor en ese rato, eterno; momento en el que entró al pequeño parque (escenario de mis recuerdos), un muchacho de unos diecisiete años, despeinado, apurado y con libros en la mano, recordé esa cara, reconociendo inmediatamente en ella (hasta de ojos cerrados, reconocería aquella expresión), el fin del mundo a esa edad: el futuro académico, la etapa que puede hacer de ti, cruel y arbitrariamente, un éxito o un fracaso en la vida, el ingreso a la universidad.

Se esfumó tan rápido como la prisa que llevaba por llegar hacia donde corría, uno sabe de donde viene y quizá a donde va, pero jamás donde te llevará la vida, simplemente corría, lo importante a esa edad es que todos, te vean llegar.

Felizmente abrumado por tanto recuerdo junto, y justo hoy en que me detuve a ver el mundo, en mi pequeño parque, apareció un abuelo, caminando a paso lento y a duras penas, como tratando de alcanzar un sitio desde el cual apreciar el atardecer que ofrece el cielo de Lima a sus sufridos habitantes; al ver sus movimientos lentos, su torpe andar y su soledad, recordé al mio, mi abuelo, que debió andar así sus últimos días, no lo vi, se autoexilió de la familia, siempre dijo que sería mejor así.

Las luces de los postes, empezaron a encenderse, acabando con la magia del parque a la luz del día, dando pase a los amantes nocturnos, afiebrados e impetuosos, a los grupos de muchachos, amigos de la risotada y el bullicio, dando así por terminada mi vista al mundo desde mi ventana y en ochenta minutos; recordé a Quino, el genio detrás de la gran Mafalda, el dijo alguna vez (cito no textualmente, por lo de mi memoria fatigada): deberíamos nacer viejos, con el paso del tiempo hacernos jóvenes y morir de niños. Pensé lo mismo y cerré mi ventana.



4 comentarios:

Luna dijo...

Agradezcamos al bendito resfriado!!...Linda la cita referida y la historia, me hizo reflexionar muchísimo.

Erick M dijo...

Gracias Luna, tu siempre valorando mis textitos, gracias, no tanto como al resfriado,pero gracias, mentira,más mucho más a ti.

Angie dijo...

¿nacer viejos? mmm como Benjamin Button, en cualquier situación no perdonaría que mis recuerdos se desvanecieran con el tiempo.
Me gustó tu post.

Erick M dijo...

Exacto, como Benjamin Button, para no morir achacoso si no duriendo en la tranquilidad de la niñez (aunque tendría sus problemas, bueno nada es perfecto, solo perfectible), gracias Angie, mil gracias.